20.8.16

La profesión altruista


Vete a una ferretería, y pide que te regalen un par de destornilladores. A una frutería y pide una lechuga gratis. A un instalador que te arregle la caldera, o a un mecánico que te cambie sin cobrar las ruedas del coche. Todos te dirán que no, que viven de eso, que cobran por hacerlo. Salvo excepciones muy puntuales, nadie te regalará nada, y si lo hacen será solo tras darles pena, contar tus desgracias y moverles a compasión. Pero no por su propia iniciativa. No simplemente por caridad.

Pero hay una profesión en la que, desde siempre, ha hecho del altruismo su bandera. Es la de programadores y desarrolladores. No hablo de informáticos, porque informático es una palabra muy amplia y puede ser muchas cosas, sino de los desarrolladores en particular. O escritores de código máquina (indiferentemente del nivel de lenguaje o herramientas utilizadas).




Pocas profesiones hay que hayan hecho del trabajo generoso y voluntario su bandera. Más aún, no solo el resultado de ese trabajo, sino el de su esfuerzo y tiempo en forma del código fuente a través de licencias GPL (GNU) que permiten, además, que otros desarrolladores puedan seguir trabajando y formándose y aportar con ello su propio empuje para continuar enriqueciendo los productos, herramientas y aplicaciones, que gratuitamente se ofrecen. No hay ninguna profesión similar.

Gracias a esta labor voluntaria y caritativa de miles de desarrolladores de buen corazón, bajo GPL o freeware, podemos disfrutar hoy de tecnología para todo el mundo. De esta forma, podemos tener smartphones Android por muy poco dinero, eso es así porque en su sistema operativo han colaborado e intervenido, de una u otra forma, programadores del mundo entero, poniendo su talento y su tiempo al servicio de toda la humanidad sin pedir nada a cambio. Si no fuera por ellos habría que pagar los más de quinientos dólares que cuesta un iPhone con su sistema operativo propietario y de código cerrado. Pero esa es solo una muestra. Smartwatches, tablets, ordenadores, y miles de aplicaciones son accesibles y gratis por su esfuerzo, de lo contrario nos costaría miles de euros acceder a todas ellas.

Al principio de la era de internet Netscape se alzaba como el navegador por excelencia: rápido, eficiente y completo. Pero de pago. La aparición de una comunidad que decidió impulsar el proyecto Mozilla, y más tarde WebKit, dando lugar a otros navegadores como Chrome, permite que hoy podamos navegar por internet con complejos y completos navegadores sin desembolsar ni un centavo por ellos.

El altruismo con el que muchos desarrolladores han colaborado y ayudado a otras personas a descubrir internet y a usar la informática, ha creado una curiosa paradoja: la creencia de que todo en la Red es gratis. Nada más lejos de la realidad. Los desarrolladores ayudaron a crear un entorno un tanto idílico, en el que el conocimiento y sus herramientas fueran accesibles para todos, ricos y pobres. Sin diferencia alguna, y que hasta las personas de condición más humilde pudieran utilizar la gran Red en igualdad de condiciones.

Lamentablemente, eso no pasó más que de ser una bonita teoría, porque en internet empezando por los proveedores de servicios y conexiones y terminando por las apps sostenidas con publicidad, todo hay que pagarlo. Todo tiene un precio.

Sin embargo la libertad de que cualquiera de nosotros pueda realizar sus propios programas y herramientas, y compartirlos libremente con el resto del mundo, permanece. Eso es inherente con el espíritu del programador, por mucho que se convierta la Red en más codiciosa o que se vuelva más materialista (o "capitalista").

Eso también ha colaborado a crear la sensación de que los programadores somos de los pocos humanos que no comemos, que trabajamos gratis, que vivimos del aire. Que lo hacemos "por diversión". A ningún fontanero se nos ocurriría pedirle que repare nuestra cañería "por diversión", pero paradójicamente a nosotros sí se nos pide que creemos herramientas o reparemos ordenadores porque es lo que más nos gusta hacer en nuestro tiempo libre. Como si no tuviésemos otros hobbies o cada vez que encendiésemos un PC nos drogásemos.

He reparado muchos ordenadores a lo largo de mis años como desarrollador, y ninguno ha sido cobrando. La mayoría ni siquiera me lo han agradecido. También he creado multitud de aplicaciones con el mismo resultado. Y cuando las ponía online, solo algún que otro "gracias" me llegaba muy de cuando en cuando. Ciertamente no lo he hecho para que me lo agradecieran, tampoco me importaba, pero esta debe ser la única profesión en la que trabajas sin cobrar, y en la que casi estás obligado a hacer favores porque lo que haces "es muy fácil pero solo lo entiendes tú", como te suelen decir. Pues si es tan fácil, que lo hagan ellos mismos.

Será que tan fácil realmente no es.

Al principio no paraba de configurar, reinstalar, reparar... Con el paso de los años eso se ha reducido por dos cuestiones: una, porque ya se han dado cuenta de que eso de dar mi trabajo por la cara ya no me resulta tan agradable, y que en parte por eso muchos han solucionado sus problemas a mi costa y yo acabé peor que ellos. Y por otro lado porque hoy levantas una piedra y salen de ella millones de informáticos como las cucarachas. El mercado está totalmente colapsado. Hay informáticos y programadores a raudales. De manera que si no lo reparo yo gratis, tienen a muchos más donde elegir, no pasa nada.

A principios de los noventa recuerdo que ser desarrollador era algo "cool". "Cuidadito con ellos". Ibas a cualquier sitio, una cafetería o un centro social, con tu revista "Solo Linux" o "Solo Programadores" y la peña alucinaba. En una empresa eras el rey, y todo giraba en torno de ti. Hoy eres un basurilla, el tipo raro y friki del "departamento IT". El que se pasa todo el día en el buscaminas o viendo pages porno mientras el jefe no se entere. Como si el código operativo de sus smartphones que tanto lucen y que gracias a muchos de nosotros se pueden permitir, hubiera salido de la nada. Como si no hubiésemos colaborado a hacer de una profesión algo realmente solidario. Pero no pasa nada, la próxima vez que vayamos a comprar un kilo de manzanas o un analgésico a una farmacia, si no nos lo dan "freeware" (o sea, gratuitamente) les arrebatamos el sistema operativo de su smartphone, de su televisor, y de su TPV. A ver si entienden lo que gracias a mucho esfuerzo y sin ningún tipo de reconocimiento los desarrolladores de software han aportado a esta sociedad. Sino fuera por ellos ahora estaríamos todos endeudándonos por adquirir una tablet o una suite ofimática.



| Redacción: Bianamaran.blogspot.com

1 comentario :

  1. No puedo más que suscribir totalmente tu opinión. Labores altruistas que desarrollamos por placer, como prueba que es un mundo que nos apasiona. Cosa que a los fontaneros, o los que cambian ruedas no.

    No quiero excluir a todos aquellos que escriben, componen música, ilustran, o fotografían. En cierta forma a todos los artistas que deciden, junto a los desarrolladores, compartir sus obras con el resto del mundo de manera gratuita, para uso y disfrute de su público. Estos gestos, son los que demuestran la pasión por lo que hacemos, nos hace evolucionar dominando técnicas, y en cierta forma, pone a disposición de todos, algo que de otro modo no podrían pagar.

    Lo que me parece mal, es que se destinen subvenciones a casi cualquier cosa, y cuando hablamos de compartir por GPL, o CC, el autor, hasta tenga que pagarse el hosting. Es decir, no es algo desinteresado, sino que va más allá, pues no sólo invierte su tiempo, sino también su dinero.

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